«Es tarde para la rosa.
Es pronto para el invierno.»

DULCE M. LOYNAZ

Hoy sueño que caminas a mi lado
y juegan en el suelo nuestras sombras
como gráciles aves sin edad.
Y la sombra sin edad de tu mano
acaricia un lugar en el suelo
donde podría estar mi corazón.
Y la sombra sin sombras de mis labios
busca el lugar exacto
donde dejar los besos, las palabras.

La soledad es sólo
el peso de tu nombre en la memoria.

Irene Sánchez Carrón

«Esa vana costumbre que me inclina
Al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.»

J. L. Borges

Todo se ha ido borrando tiempo adentro
y he vuelto al sur inmóvil de la siesta.

Tú tal vez dormirás en la penumbra
de altos techos de cal. Te estoy buscando
entre el calor sin horas de la tarde
mientras muere de sed la vieja fuente
y vomitan geranios los balcones.

Vine porque las noches se llenaban
de un sol loco vertido por las calles.

Vine porque volví a escuchar los cascos
de caballos sin rumbo por el pecho.

Todo se ha ido borrando tiempo adentro.

Vine para morir.

Llamo a tu puerta.

Irene Sánchez Carrón

Qué nostalgia infinita nos acecha
ahora que las ventanas sólo son
rectángulos vacíos de cristal y madera
contra la densa niebla de la tarde
y el otoño ha llegado
tras esa larga enfermedad que es el verano.
Qué pobre este ahorrar para luego
sin saber para cuándo,
y que las cosas ya no sean,
sólo sirvan,
y que se cierren puertas para siempre,
y marcharme
con lo que quise haber dicho entre los labios
y cruzar la avenida
cuando cambien a verde los semáforos.

Irene Sánchez Carrón

“Eres libre” —dijiste.
Yo te miré en silencio
con la expresión absurda
de esas viejas muñecas
que se pierden un día
tras haberse arrastrado
por todos los caminos
sin rumbo de la infancia.
              
“Puedes ir donde quieras”
—dijiste. Y de repente
encogieron los mapas,
no hubo puertas abiertas,
una goma invisible
borró todas las calles
y entonces fue el dolor
un camino sin tierra y sin orillas.

Irene Sánchez Carrón

Mantén, camino, tú, la esperanza.

Van cayendo los días
en las secas cunetas de mis años,
pasan las estaciones,
otros son los viajeros que hoy marchan a mi lado,
ha caído algún árbol que estuvo antes erguido
y las aves que perdieron el rumbo
vuelan ya de regreso.

Manténte tú, camino,
con cansancio y con sed, con hambre y con deseo,
y dame tus placeres,
tu empinada hermosura hacia el ocaso.

Irene Sánchez Carrón

«El aire es inmortal. La piedra inerte…»

F. G. Lorca

Al fondo de rincones escondidos
crecen flores ocultas entre hierba.

Hay raíces clavadas a la piedra
que aguardan impertérritas la lluvia.

Al sur del los veranos agostados
se oye la seca espera de los pozos.

Tanta belleza vive, tanto amor…

Bajo la nieve sueñan los caminos
con los días azules del deshielo.

Irene Sánchez Carrón

Tengo miedo.

Jugábamos al escondite.
Yo me ocultaba
y tú me perseguías.
Pasaron largas horas
y tú no me encontrabas.
Pasó la primavera,
se esfumaron los largos días de verano
y vino el otoño con su crujir de madera seca
             y vino elinvierno con su dolor de corazón sepultado en lanieve.
Te espero en mi rincón
y tengo miedo.

Irene Sánchez Carrón

No cruzaste aquel puente
No cruzaste aquel puentey su remota voz de musgo
se enredará por siempre entre tus pasos.

Te dio miedo bajar las escaleras
y un negro precipicio de peldaños
se abrirá a tus pies cada mañana.

Desde hoy
todos los lechos
donde busques descanso
se llenarán de pozos
y caerán confundidos
tu rostro y sus caretas.

Irene Sánchez Carrón

Reciba, sin gastos de envío,
su sonrisa restaurada y blanqueada,
fácil de montar,
sin baterías,
biodegradable,
autoadhesiva,
inodora,
a prueba de bombas,
retransmisiones bélicas en directo,
genocidios,
intervenciones aliadas y ataques a objetivos no civiles
que al final resultan ser un puente, una fábrica,
quién sabe si algún parque,
eso sí, no civil.

Pruebe sin compromisos
nuestra sonrisa
sometida a los mejores controles de calidad 
y vuelva a brillar con luz propia
en todo tipo de acontecimientos.

               Si no queda conforme,
               le devolvemos su tristeza.

Irene Sánchez Carrón

La costumbre me trae hasta tu cuerpo
o la necesidad de los planetas.
Esa costumbre ciega de semilla,
la que hace descender por las gargantas
el agua ciegamente,
la que guía a las aves migratorias
año tras año por la misma ruta,
la que impulsa en algún lugar remoto
esta brisa que ahora desordena
tu pelo. Y sonríes,
con costumbres de sol en su sistema.

Irene Sánchez Carrón