No me abandones más,
sin tu brújula
ni la estrella de la mañana,
ni la estrella polar,
ni ningún astro
podría guiarme
hacia la calidez del descanso del alma.

Sin ti estoy solo en el desierto,
rodeado por mis miedos,
los ojos acristalados
deseando posarme en tu regazo,
besar tu ombligo
y sentir cómo acaricias mi pelo…

Sálvame, si quieres.

Junio 2003.

Íñigo Jesús Ansotegi Suárez