Puedes ver el ocaso
De los jazmines ocultos
Cuando la primavera tardía
Abandona su calma
Y ver pedazos de sol por el aire
Y banderas rotas o en llamas
Entonces tu corazón impío
Se transforma en estandarte
Y el arte en su condena reclama
Minuto a minuto como una espada
Su ígnea ilusión votiva
En el vidrio inmaculado
Del bar de un suburbio ingrato.
Inmolada en la penúltima fragancia
A pedazos los bancos estallan
Explotan obeliscos y ensenadas
La oración del perfecto sacrificio,
Asoma a un rincón sin palabra
El suspenso roto en la calle
Un rito mundano se calla
Hay fotos de un presidente arrancadas
Un muñeco en la catedral espanta
Hay incendios en Casa Rosada
El Cabildo y el Congreso abiertos al saqueo
Lava y lodo en Corrientes y Esmeralda
El piso se abre en Florida
A los pájaros de setecientas mañanas
Y ver pedazos de cemento por el aire
Y ver los ojos sangrar despacio
Tal vez nadie conozca mejor a Buenos Aires
Que el taxi insomne que deambula nostálgico,
Por eso el jacarandá y el palo borracho
Refundarán el inicio del cambio
Y volarán a pedazos los miserables
Y explotarán las cúpulas y las plazas
Y así resurgirá esta Patria
De la mano de un nuevo año por sus calles
Cordones del nuevo sol por sus diagonales.

01-01-02

Hugo Nicolás Taglia

Tus lágrimas se apiadan
Ante los ojos de la púrpura luna
Toda sangre es el inicio del camino hacia el infierno,
Buscas poder mirarte las manos
Para que todos entiendan tu suspiro
Pero la penumbra nunca avisa
Es parte de tu sombra y de tu paso.
Distantes como halcones tus ojos lastiman
Se pierden en la frágil mirada de la isotopía,
Todo tu clandestino temor se anuncia
Es la débil espada con la que acaso brillas.
¿Entender qué? ¿Se pueden entender los abismos
sin buscar su súbita caída?
¿Se puede en la intensa memoria de los fenicios
encontrar la nitidez de la mirada?
¿Se puede intuir la obviedad de la palabra
cuando el pulso del instinto utiliza lo contrario?
Otros soles hablarán de tus mañanas
Pero no yo , que caigo y me levanto;
En la calidez del bosque y su penumbra
Habla el tigre y afina su hora,
Yo soy su espía , implacable
Espero su sangre o la mía.

Hugo Nicolás Taglia

La estrella impuso su brillo de rocío
Impúdico aroma de primaveras
En retorno como un ave hacia el pétalo,
Todo vuelo significa una brisa
Una distancia a la que viajar apenas
Un grito inmóvil de resonancias en las grietas
Un cristal y la elocuencia
Del pájaro que huye para asirse a la espera.
Puedo imaginar el susurro y su codicia
Puedo llorar sobre las brumas del vino
Pero el ansia que me eleva
Vuelve a todo estrella,
El rocío huele a noche
Lástima que el pétalo no lo sepa.

Hugo Nicolás Taglia

Aturdido por los imanes del tiempo
Deseó una rosa
Como una impronta del fuego
Ligada al soplo que fue,
Un tallo de cadenas impías
Alterando incluso, la benevolencia de la muerte.
Dijo textualmente:
«… quienes miran sufrir al león en su jaula
se pudren en la memoria del león…»
a perpetuidad, agregaría.
Quedé atrapado por el aguijón
De tanta belleza insospechada
Intuí el refugio desde donde el pétalo estallaba
Y en los aromas del perfume indolente
Enmudecido ante el rosario de espinas tan arteras,
Toda mi vida se convirtió en un semblante
Que persiguió la fiebre.
El relámpago no tiene cura
Nunca en un cántaro por romperse,
Quienes ven la lluvia en su manto de neblina
Quedan exhaustos por la minuciosa agonía que provoca
cada mañana, con desmesurada e infinita poesía.

Hugo Nicolás Taglia

Adriano observaba las columnas de Trajano
bajo la cúspide inmortal del monte Palatino,
tantos siglos de gloria para tantos milenios de olvido,
nadamos en la falsa libertad del sometido .
Muros rosas en el crepúsculo
florestas germánicas
landas bretonas
lavandas gálicas…
acrópolis abierta en flor
como el cáliz al tallo
limitada por su misma perfección.
Los pueblos han perecido hasta ahora
por falta de generosidad,
la esclavitud existe aún
pero con otro nombre
y menor filosofía,
somos vergonzosamente ricos
y desesperadamente pobres,
el pequeño especulador
acapara todo el aceite
en una ignota aldea griega,
Herodes Atico tras Herodes Atico
la vida se detendrá como un capricho
y quedará la espada atisbada
sobre la cabeza de estos explotadores,
al soberano solo le quedará la vergüenza
y apenas unos denarios de gracia,
solo otro poco de ilusión en los oráculos
pero no creo que Júpiter Amón, Castalia o Doliqueo
se apiaden ya mas de nadie.

Hugo Nicolás Taglia