Ahora los dos, en el Cielo,
 recitarán juntos…

Mi niña en sueños se viste
con alma de marinera.
Anclado su barco está
donde el mar no puede verla.
Pero en olas espumosas
llegan blancos tus poemas :
Alberti, señor de la taza
plateada por estrellas.

Alberti, mi niña escucha
el canto de otros poetas,
que despiertan con su arte
su sonrisa de Minerva.
Gusta de ociar con Celaya,
Otero, Panero y Biedma;
pero acusa en sus palabras
la falta del agua buena.

Alberti, mi niña sueña
con refrescarse las penas
en el hueco que la espuma
deja al llegar a la arena.
Anhelando en tus canciones
la brisa de mar, porteña,
el rompemar de sus ojos
adorna con tu melena.

Alberti, mi niña guarda
esencia de sal y algas tiernas
en cada verso aprendido
de tu Marinero en Tierra.
Desdecida por el viento
de tus frutos sin promesa,
pinta barcos en el monte
con orégano de selva.
 

(Quién pudiera, ilustre amigo,
tomar tu pluma exiliada
y convertir mis poemas
en besos de mar en sus playas…)

Gustavo Adolfo Medina