Aquel día en que dejé de verlo,
mi corazón se deshizo en pedazos;
tomar su mano era mi deseo,
pero ni siquiera eso me dejaron.

Me quedé quieta, observando
con esperanza por si despertaba;
mientras cubría de caricias
un rostro que ya no miraba.

Al principio, todos los domingos,
le cantaba historias y baladas;
al cumplir años me fui callando,
se iba oscureciendo mi mañana.

Apenas puedo ya ir a visitarlo,
me duelen todos los huesos;
es que son ya muchos años,
pesando en mi menguado cuerpo.

Sola me quedé con los recuerdos
ya deslucidos por los años,
la soledad detuvo en el tiempo
los momentos que pasamos.

Escúchame bien, querido viejo,
ayer cumplí 90 años cansados,
queda poco para ésta soledad;
tal vez, muy pronto nos veamos.

Graciela Kiriadre

Déjame que vaya
solo unos días,
presencia extrañarás
al ver mi partida.
Déjame que valla,
extráñame un poco;
es mi fantasía
que te pongas loco.
Levantarás tu mirada al cielo,
esperando por fin el regreso;
evocarás el perfume mío,
la ternura suave de mis besos.
Ven, el tiempo corrió, ya he vuelto;
abraza fuertemente mi cuerpo,
que tus besos son intensos, bellos;
con tu amor y mi amor hay encuentro.
Sigamos queriéndonos al viento,
amándonos tal cual, como siempre;
esparciendo libres nuestros sueños,
exaltando tu cuerpo, mi cuerpo.

Graciela Kiriadre