Los ranchos dorados cercados de cardos;
chanchos en las calles;
una rueda de carreta
junto a un rancho, un excusado en el patio,
una muchacha llenando su tinaja,
y el Momotombo
azul, detrás de los alegres calzones colgados
amarillos, blancos, rosados.

Ya viene el General
ya … el General
ya viene el General
montado en su caballo blanco, rodeado
de guardias y guardaespaldas y diputados y putas picadas
pasa debajo del arco triunfal
de papel
VIVA EL PARTIDO LIBERAL!
brillan en su pecho gordo sudado
las medallas color caca. Estallan
los cohetes. Toca la banda.
VIVA EL GENERAL SOMOZA! Sonríe
con el miedo, mirando a todos lados. Los cascos
del caballo resbalan en las revesadas de los picados
VIVA EL PARTIDO LIBERAL NACIONALISTA

Verdes tardes de la selva; tardes
tristes. Río verde
entre zacatales verdes;
pantanos verdes.
Tardes olorosas a lodo, a hojas mojadas, a
helechos húmedos y a hongos
El verde perezoso cubierto de moho
poco a poco trepando de rama en
rama, con los ojos cerrados como
dormido pero comiendo
una hoja, alargando un garfio primero
y después el otro,
sin importarle las hormigas que le pican,
volteando lentamente el bobo rostro
redondo, primero a un lado
y luego al otro,
enrollando por fin la cola en una rama
y colgándose pesado como
una bola de plomo; el salto del sábalo en el río;
el griterío de los monos comiendo
malcriadamente, a toda prisa,
arrojándose las cáscaras de anona unos a otros
y peleándose, charlando, arremedándose
y riéndose entre los árboles;
monas chillonas cargando a tuto monitos
pelones y trompudos;
la guatusa bigotuda y elástica
que se estira y encoge
mirando a todos lados con su ojo redondo
mientras come temblando;
espinosas iguanas… temblando;
espinosas iguanas
como dragones de jade
corriendo sobre el agua
(¡flechas de jade!);
el negro con su camisa rayada, remando
en su canoa de ceiba.

Una muchacha meciéndose en una hamaca,
con su largo pelo negro, y una pierna desnuda
colgando de la hamaca,
nos saluda:
                    Adiós, California!

El río negro, como tinta, al anochecer.
Una flor de un hedor putrefacto
                                                     como de cadáver;
y una flor horrible, peluda.
                                                     Orquídeas
guindadas sobre el agua podrida.
Silbidos tristes de la selva,
y quejidos.
                    Quejidos.
Hojas tristes que caen dando vueltas.
Y chillidos…
                     ¡Un grito entre las guanábanas!
El hacha cortando un tronco
                      y el eco del hacha.
¡El mismo chillido!
Ruido sordo de manadas de cerdos salvajes.
¡Carcajadas!
                      El canto de un tucán.
Chischiles de culebras cascabeles.
Gritos de congos.
                      Chachalacas.
El canto melancólico de la gongolona
                                 entre los coquitales,
y el de la paloma popone,
                                           popone, pone, pone
Oropéndolas sonoras
columpiándose en sus nidos colgados de las palmeras,
y el canto del pájaro-león entre los coyoles
y el del pájaro de-la-luna-y-el-sol
el pájaro clarinero, el pájaro
relojero que da la hora
y el pocoyo que canta de noche (o caballero)
                                 Cabayero mi dinero Cabayero mi dinero
parejas de lapas que pasan gritando,
y el guis, chichitote y dichoso-fui
                                     dichoso-fuiiiiiiii
que cantan en los chagüites sombríos.
Plateados pantanos rielando,
y las ranas cantando
                             rrrrrrrrrrrrr
!Y un pájaro que toda la noche repite.

Yo no canto la defensa
de Stalingrado

ni la campaña de Egipto

ni el desembarco de sicilia

ni la cruzada del Rhin
del general Eisenhower:

Yo sólo canto la conquista
de una muchacha.

Te mataron y no
nos dijieron donde
enterraron su cuerpo,

Pero desde entonces
todo el territorio
es tu sepulcro

o más bien;
en cada palmo
de territorio nacional
en que

no está tu cuerpo
tú resucitaste

Creyeron que te
mataban con una orden
de ¡fuego!

Creyeron que te
enterraban

Y lo que hacían
era enterrar una semilla.

Aquí pasaba a pie
por estas calles,
sin empleo ni puesto

Y sin un peso

Sólo poetas, putas
Pero

recordadle cuando
tengais puentes de concreto,

Grandes turbinas,
tractores, plateados graneros,

buenos gobiernos.

La guardia nacional
anda buscando
a un hombre

un hombre espera
esta noche llegar
a la frontera

el nombre
de ese hombre
no se sabe

hay muchos
hombres más
enterrados en
una zanja

El número y
el nombre de esos
hombres no se sabe.

Ni se sabe el lugar
ni el número de zanjas.

La guardia nacional
anda buscando a un hombre

Un hombre espera
esta noche salir
de Nicaragua