Llegó de puntillas.
Abrió la puerta
Y entró sin llamar.

De pie, la cara alta,
La sonrisa en los labios,
Esperaba un hombre.

¡Cuánto tiempo!
-dijo en voz alta-
oí tus pasos silenciosos
y supe que eras tu.

Ambos se sentaron
Sobre el frío suelo
Para charlar un momento.
No tenían mucho que decirse,
Pero el tiempo no importaba
Ahora que estaban juntos.

Es hora de emprender
El más largo camino.
Cogidos de la mano
Por el límpido cielo
Hacia ninguna parte.

Hubieran podido
Permanecer allí más tiempo.
Cuando llega la muerte
Cualquier lugar es bueno.
Pero prefieren ser delicados
No asustar a los vivos
Con la visión de lívidos
Cadáveres fuera de la tumba.

Charlando como amigos
Recorren viejas calles
Llenas de fantasmas vivos
Hasta llegar al cementerio:
Tan solo un lugar para el reposo.

El cogió una mustia flor
De una tumba olvidada.
Abandonó en un hoyo
Su viejo cuerpo cansado.
Y dijo: Estoy dispuesto.

Cogidos de la mano
Como dos enamorados
Se elevaron hacia el cielo.

El no tenía miedo:
La muerte era su amada.

León 19-1 2000

Ermantis

Utilizaron tu hermoso cuerpo
Para templar su soledad
Y tu te serviste de su ingenuidad
Para comprar el precio de la fama.

Todos querían tu cuerpo,
Tu deseabas sus almas,
Ellos perdían, tú ganabas.
Era un contrato perfecto,
Pero ni el propio Mefistófeles
Hubiera podido llevar a efecto
Un pacto tan diabólico.

Tu perdiste la vida,
Ellos ganaron un ídolo de barro
Al que aún adoran, blasfemos.
La belleza es un don del cielo
Pero siempre lleva su carga de dolor.
No todos estamos preparados
Para recibir el regalo de los dioses.

Cuentan que tus amantes
Eran príncipes y reyes,
Pero no por eso menos brutales
Que cualquier otro ser humano.
Utilizabas tu cuerpo de diosa
Para comprar las dosis de afecto
Que no encontrabas en el supermercado.

Ellos ganaban una lujuria triste
Tu perdías el afecto en besos comprados.

La magia te hizo presente
En la mente de todo un universo.
Ellos sabían que tu cuerpo
No se movía como un robot
Mientras se afanaban en desnudarte.

Ellos ganaban un placer solitario
Tu perdías la autoestima a chorros.

Sabías cuál era el camino
Hacia el oro y el laurel
Pero no eras consciente
De estar vendiendo tu alma de mujer.

Es hermoso cantar para un presidente,
Es hermoso actuar para el mundo,
Pero quién te canta a ti a la luz de la luna
Cuando tienes encogido el corazón.

Al apagarse los focos
Ya no eres Marilyn Monroe
Sino la desvalida Norma Jean.
Ya no sirven los aplausos,
Ni cosquillean las miradas ardientes.
Ellos no te conocen en el retrete
Donde te refugias para el sollozo
La píldora y la angustia a chorros.

Norma Jean es una mujer triste,
Ellos no lo saben mientras, sórdidos,
Se manosean entre cuatro paredes.
Marilyn perdió a Norma Jean
Ellos ganaron una mujer desnuda
En un gigantesco calendario.

No era fácil ser actriz
Y la estrella alumbraba
Todas las noches de la ciudad.

Ellos ganaron una estrella desnuda
Una farola con curvas en medio de la noche
Y tu perdiste la posibilidad de ser tu misma.

Todos caímos en tus redes celestes,
Eras la mujer de nuestros sueños adolescentes
Conocíamos cada poro de tu cuerpo desnudo
Pero ni un retazo de tu alma escondida.
Todos te violaban pero nadie hablaba contigo:
No tenían nada que decirte.

Tu pagaste el precio de la belleza felina,
Ellos se lo cobraron en fantasías
como dardos que dejaron tu corazón
con tantos agujeros como un queso gruyere.

Al final todos contentos,
Ellos tienen su hermoso ídolo de barro
Y tu conseguiste librarte de ellos.
Ahora descansas en un lugar solitario
Barrido por ráfagas de viento
A donde nadie ya puede llegar.

Ermantis

Odio toda violencia:
La violencia de la carne
Y la violencia del espíritu
que no conoce el perdón,
que no sabe de padres
De hijos, de esposos o de sangre.

La violencia de la carne,
La que conoce la tortura
Del poder del miedo.
La que espera agazapada
El paso tranquilo de la víctima.

La violencia de la carne
La del corazón-motor
Para aplastar al hermano,
La de manos de pistolero,
La de ojos de halcón.

Temo más la violencia del espíritu,
La que no se mancha de sangre,
la que afila las palabras-cuchillo
La que se oculta en un silencio cobarde.

La violencia del espíritu,
La que mira desde las celosías,
La que observa en silencio
El trazo candente de las balas.

La violencia del espíritu,
Enmascarada con razones,
con sentimientos deformes,
La que se oculta en la  falsa alegría.

La violencia ciega,
La violencia sin nombre,
La violencia absoluta,
La violencia sin padre,
La violencia religiosa,
La violencia serpiente,
La violencia cuchillo,
La violencia misil,
La violencia silencio,
La violencia razonable,
La violencia interminable.

La violencia se arrastra
Sobre charcos de sangre,
Deglute la carne,
No sufre, no descansa,
No espera ni desespera,
No sufre ni padece,
No tiene frío ni calor,
No come ni bebe,
No nace ni muere.

La que está en todas partes,
La que te alcanza sigilosa,
La que te habla en la noche,
La que rompe tu ventana,
La que quema tu coche,
La que mira al niño que juega,
La que no respeta al anciano,
La que no responde a tu ruego,
La que se ríe mientras otros lloran.

En el principio era el silencio,
Las tinieblas lo cubrían todo
Y la violencia se agazapaba
en la nada, fiera y acechante,
Esperando el anunciado Apocalipsis.

Cuando la muerte al fin se hizo carne,
Ella se retiró a su cubil infame.

Ermantis