No era bueno quererla; por los ojos
le pasaban a veces como nieblas
de otros paisajes: No tenían
color sus ojos; eran
fríos y turbios como ventisqueros…

No era bueno quererla…
Adormecía con su voz lejana,
con sus palabras quietas
que caían sin ruido, semejantes
a escarcha ligera
de marzo en las primeras
rosas, sin deshojar
los pétalos…
                       Alguien por retenerla
quiso hacer de toda su vida
un lazo…Un solo lazo fuerte y duro…
                       Ella
con sus frágiles manos rompió el lazo
que era lazo de vida…

                       (A veces, nieblas
de otro país pasaban por sus ojos…)

No era bueno quererla.


Dulce María Loynaz de Castillo

A mis pies la hoja seca viene y va
con el viento;
hace tiempo que la miro,
hecho un hilo, de fino, el pensamiento…

Es una sola hoja pequeñita,
la misma que antes vino
junto a mi pie y se fue y volvió temblando…

                                  ¿Me enseñará un camino?


Dulce María Loynaz de Castillo

No quiero, si es posible
que mi beneficio desaparezca,
sino que viva y dure toda la vida de mi amigo.

Séneca

Amor que llegas tarde,
tráeme al menos la paz:
Amor de atardecer, ¿por qué extraviado
camino llegas a mi soledad?

Amor que me has buscado sin buscarte,
no sé qué vale más:
la palabra que vas a decirme
o la que yo no digo ya…

Amor… ¿No sientes frío? Soy la luna:
Tengo la muerte blanca y la verdad
lejana… —No me des tus rosas frescas;
soy grave para rosas. Dame el mar…

Amor que llegas tarde, no me viste
ayer cuando cantaba en el trigal…
Amor de mi silencio y mi cansancio,
hoy no me hagas llorar.


Dulce María Loynaz de Castillo

Los juegos de agua brillan a la luz de la luna
como si fueran largos collares de diamantes:
Los juegos de agua ríen en la sombra…Y se enlazan
y cruzan y cintilan dibujando radiantes
garabatos de estrellas…
                                    Hay que apretar el agua
para que suba fina y alta…Un temblor de espumas
la deshace en el aire; la vuelve a unir…desciende
luego, abriéndose en lentos abanicos de plumas…

Pero no irá muy lejos…Esta es agua sonámbula
que baila y que camina por el filo de un sueño,
transida de horizontes en fuga, de paisajes
que no existen…Soplada por un grifo pequeño.

¡Agua de siete velos desnudándote y nunca
desnuda! ¡Cuándo un chorro tendrás que rompa elbroche
de mármol que te ciñe, y al fin por un instante
alcance a traspasar como espada, la Noche!


Dulce María Loynaz de Castillo

Pajarillos de jaula me van pareciendo a mí misma mis sueños.
Si los suelto, perecen o regresan. Y es que el grano y el cielo
hay que ganarlos; pero el grano es demasiado pequeño y el
cielo es demasiado grande…, y las alas, como los pies, también
se cansan.


Dulce María Loynaz de Castillo

El mundo entero se me ha quedado vacío, dejado por los
hombres que se olvidaron de llevarme.
Sola estoy en esta vasta tierra, sin más compañíaque los
animales que tampoco los hombres necesitan, que los árboles
que no creen necesitar.
Y mañana, cuando les falte el canto de la alondra o el perfume
de la rosa, se acordarán de que hubo una flor y que hubo un
pájaro. Y pensarán acaso que era bueno tenerlos.
Pero cuando les falte mi verso tímido, nadie sabrá quealguna
vez yo anduve entre ellos.


Dulce María Loynaz de Castillo

¿Qué me queda por dar, dada mi vida?
Si semilla, aventada a otro surco,
si linfa, derramada en todo suelo,
si llama, en todo tenebrario ardida.

¿Qué me queda por dar, dada mi muerte
también? En cada sueño, en cada día;
mi muerte vertical, mi sorda muerte
que nadie me la sabe todavía.

¡Que me queda por dar, si por dar doy
—y porque es cosa mía, y desde ahora
si Dios no me sujeta o no me corta
las manos torpes — mi resurrección…!


Dulce María Loynaz de Castillo

  Tegernaria doméstica
  (Araña común)

La Araña gris de tiempo y de distancia
tiende su red al mar quieto del aire,
pescadora de moscas y tristezas
cotidianas…

Sabe que el amor tiene
un solo precio que se paga
pronto o tarde: la Muerte.
Y Amor y Muerte con sus hilos ata…


Dulce María Loynaz de Castillo

  Desmodus rufus
  (Murciélago Común)

Recortado del raso con que forran
las cajas de los muertos;
gustador de óleos místicos
y sangre de corderos.

Tú sabes los caminos de la noche
y en tu menudo cuerpo
caben dos glorias que jamás se unen
en otro ser: alas y pecho.


Dulce María Loynaz de Castillo