Ajeno a mis pensamientos
huiste a un casto silencio

Hoy
que sedienta mi sangre te busca
ni a golpes ni a ruegos
te insinúas

enajenado prosigues
riguroso y oprimido y largamente oscuro
como pasillo de convento desolado


ángel de dura delicia
apático orgasmo rebelde
erizado temblor
pólvora vulnerable

regresa a mí
y aniquílame

Pronto se romperá la cadencia
que sostienen mis días lunares
encanecerán mis venas
mi talle tendrá voz
de verano acabado

cálidos destellos
llevarán el paso a mis horas

—no agobies el gesto
mi universo rebasa
los límites de mi cuerpo—

Despéñate en el tiempo
que me bebe
muerde esta vida
que me corre sin freno
reparte tus dedos
en la plenitud de mi tacto

La lumbre de mi lento atardecer
será faro de recios brazos
en las arrugas de tu aliento

Quiero morir
con tu espuma carnal
envolviendo
mi pulso casi de polvo

pulpa y zumo
del íntimo adiós
trazarán la sonrisa
que en tus labios de luto
habrás de repetir

mientras el reloj
te aparte el recuerdo