Las abadías cosen el adorno de la noche,
coméntame si estoy contigo
ahora, si me recuerdas
en las paredes de tu cuarto
con el acre palpar de tus arenas.
Sólo aguardo el diálogo
del organismo que desgarra
como estuches de tréboles
cuando hay penumbra.
 
Coméntame si me recuerdas,
si llevas mi ferviente pregunta
en diluvios entablados,
caminando los silencios endebles,
hallando las barcas que murieron.
 
Sueña la luz en los rincones,
coméntame si estoy contigo ahora.
Mañana iré recorriendo
los muros de las abadías,
tratando de encontrarte
en los adornos de la noche.

Cristián Basso

Por el viento me conozco,
añadido sin luz a un enebro en peste.
Renombro que he suavizado manteles
donde mi madre vaciaba sacos de harina.
Así conozco la amnesia de portarretratos
y el frío solemne, saturador de huesos.

Rara, la escena nos contempla, sentada
en el medidor lloroso de la casa,
para ver el velo de treinta y tantos
que lleva mi madre al caminar.

Así conozco de los años
calendarios y paredes.

Cristián Basso

El agua de tu llanto
es una migaja de horas;
una brizna de mis noches,
una luna impávida.

El agua de tu llanto
es una pasta grácil y espesa
que me tortura.

¡No llores que tu llanto
seduce al mío!

Cristián Basso

Una gota caminaba
por los senderos
lisos
de los vidrios.

De pronto,
se la tragó
un rayo de sol
de la mañana.

Cristián Basso

¡Duerme, cacto,
llegará tu hora
de soñar el moviendo
lento de tus hojas!

Y saldrás del macetero
agudo que te cansa,
y la tarde en el crepúsculo
aceptará tu mirada.

¡Duerme, cacto,
llegará tu hora!

Cristián Basso

A Maximiliano Basso Benelli

Las tazas son los seres
más llenos de besos,
llevan sus costados y sus bordes
llenos de besos guardados,
aunque sus muros de loza
no se abran amorosamente
para recibir mis labios.

Yo he besado más las tazas
que las mejillas transparentes de los vasos.
Al poner mis labios en ellas,
recojo besos enterrados,
y me sumerjo, idilio adentro,
en los rincones de los jarros,
para tocar a diario
sus enlozados bordes.

Últimamente, estoy besando sus figuras,
y veo con los ojos cerrados
de otro mundo…
¡Las tazas llenas de besos!

Cristián Basso

Los ojos amatistas del Atlántico,
nevados en la masa marina
me trajeron a tu tierra mapal.
Yo tengo trozos de nubes
y quiebro mil veces
los vasos sigilosos del olvido.

Tengo por caminar las hortalizas,
las viejas zanahorias del alma,
el pueblo de chocolate
que habitan mis títeres de yeso.

Surjo de las yerbas negras
y retorno a la losa de las rocas,
me esculpe la tierra
un pedazo de tierra
para humedecer las manos
en las olas del aire.

Cristián Basso

No quiero el ruido
               en las aceitunas del agua.

Crepitan celestes hojas de plenilunio.
¡El agua!
                              ¡Sólo el agua!

Cayendo como miasma
en la cara del mundo.

Cristián Basso

Los cabellos despedazan el agua.
El perfil del barro en las ramas.
La luz sinuosa del frío.

Y yo,

en la sentencia brutal del mediodía.

Cristián Basso

Una lengua de pájaro
—          el verde—
—          La lluvia en suCasa

Cristián Basso