Émulo al Sol saldrá del cielo hesperio
un rayo de las armas, y cometa
que con agüero de feliz planeta
al Asia librará de cautiverio.

Y revelando al mundo el gran misterio
verá el Levante ocasos de su seta;
uno el ovil, una la ley perfeta;
habrá un solo pastor y unsolo Imperio.

Y la hidra inhumana, que no pudo
ver extinta con fuego ni cortada
el celo y el valor de sus abuelos,

al resplandor del soberano escudo
muerta caerá de miedo de la espada
que con filos de fe templan los cielos.

Ofensas son, señora, las que veo,
hechas a vuestras grandes perfecciones,
porque donde acredita sus pasiones
sólo amor las escribe y yo las leo.

Vencido queda el arte del deseo,
los imposibles dando por razones,
y en esta fe tan libre de opiniones
fundo lo que de vos no alcanzo y creo.

Si en lo menos se pierde más el tino,
en lo más, ¿qué será de aquel traslado
que procura sacar el arte en vano?

Sólo yo tengo aquel tan peregrino
en que el original no está agraviado,
hecho en mi corazón por vuestra mano.

Cenizas que aguardáis aquella trompa
para unir las especies desatadas
con que al Juicio final serán llamadas
las almas puras con gloriosa pompa,

cuando la voz de Dios, abriendo, rompa
los mármoles y losas más pesadas,
porque salgáis unidas y apuradas
en forma a quien el tiempo no corrompa.

No puede estar ya lejos, pues es cierta
aquella confusión, cuya agonía
los dormidos espíritus despierta.

Antes, en este caso juzgaría
que ver cosa inmortal, sin tiempo, muerta,
es ya de los prodigios de aquel día.

Éste que en la fortuna más subida
no cupo en sí, ni cupo en él su suerte,
viviendo pareció digno de muerte,
muriendo pareció digno de vida.

¡Oh Providencia nunca comprendida,
auxilio superior, aviso fuerte:
el humo en que el aplauso se convierte
hace la misma afrenta esclarecida!

Purificó el cuchillo los perfectos
medios que religión celante ordena
para ascender a la mayor victoria,

y trocando las causas sus efectos,
si glorias le conducen a la pena,
penas le restituyen a la Gloria.

La llave del toril, por ser más diestro,
dieron al buen Vergel y por cercano
deudo de los que tiene so su mano,
pues le tiene esta Villa por cabestro.

Aunque en esto de cuernos es maestro
y de la facultad es el decano,
un torillo, enemigo de su hermano,
al suelo le arrojó con fin siniestro.

Pero como jamás hombres han visto
un cuerno de otro cuerno horadado
y Vergel con los toros es bienquisto,

aunque esta vez le vieron apretado
sano y salvo salió, gracias a Cristo;
que Vergel contra cuernos es hadado.

Loca justicia, muchos alguaciles,
cirineos de putas y ladrones
seis caballeros y seiscientos dones
argentería de linajes viles;

doncellas despuntadas por sutiles,
dueñas para hacer dueñas intenciones,
necios a pares y discretos nones,
galanes con adornos mujeriles;

maridos a corneta ejercitados,
madres que acedan hijas con el vino,
bravos de mancomún y común miedo;

jurados contra el pueblo conjurados,
amigos como el tiempo de camino,
las calles muladar: esto es Toledo.

Juan de Tassis y Peralta
Conde de Villamediana

«Oiga, Josefa, y mire que ya pisa
esta corte del rey, cordura tenga;
mire que el vulgo en murmurar se venga
y el tiempo siempre sin hablar avisa.

»Por nuestra santa y celestial divisa,
que de hablar con los príncipes se abstenga,
y aunque uno y otro duque a verla venga,
su marido no más, su honor, su misa».

Dijo Morales y rezó su poco,
mas la Josefa le responde airada:
«¡Oh, lleve el diablo tanto guarda el coco!

»¡Mal haya yo si fuese más honrada!»
Pero como ella es simple y él es loco,
«miró al soslayo, fuese y no hubo nada».

Francelisa, la más bella
ninfa que pisó cristal,
y sobre coturnos de oro
lleva su tributo al mar,

doliente y correspondida
de Amarilis en el mal,
ella sabe por qué llora
y cuán llorosa estará.

Primas son y las primeras
flores que dio Portugal:
una, formación de estrellas;
otra, de rayos no más;

lo que rubrica la perla,
la siempre luz orïental,
tensa imagen del Aurora
y sol que amanece ya.

Rojos anima claveles
en los dos labios que más
bella afrenta de las perlas
el Amor supo celar.

De sí mismo dé sus flechas,
pues las que al arco da
hebras son finas que Clori
apenas sabe envidiar.

El aliento que respira
quintaesencia es del azahar;
abriles y mayos pisa
con su animado cristal.

Si con dos luceros mira
-que aun no se dejan mirar-,
qué no rinde, qué no vence,
y qué no conquistará.

Presa tiene a Francelisa,
y ella en sus brazos está;
el peligro de sus brazos
de mi muerte lo sabrá.

Con rayos el sol
a cuya lumbre jamás
habrá libre corazón,
habrá exenta libertad.

Dulces son de Amor cadenas,
y aun dellas no liberal,
en la mezcla de los ojos
donde es dulce el espirar.

Cuanto dice y cuanto hace
es peligroso ademán,
el buen aire es su retrato,
si se puede retratar.

La que en su norte es estrella
y no de lumbre polar,
sino de la luz más fija
que venera nuestra edad;

es la suya en pocos años
muchos siglos de beldad,
hermosura con veneno
y peligro que adorar.

Que se le huye y que vive
y que se deja alcanzar,
que no envidie el escarmiento,
que no desprecie el afán.

Por ella llora Amarilis,
por ella llorando están
cuantos saben entender,
cuantos supieren mirar.

Francelisa, agradecida,
o teniendo que pagar,
con su hermosísima prima
dio celos y aun quizá más;

pues para sacar de Amor
misterio que oculto está,
hoy le faltará el deseo
y mañana le sobrará.

Discursos son de la envidia
en la culpa de un mordaz,
Francelisa y Amarilis
magna conjunción es ya.

Aquí de un hombre el poder
yace mejorado en suerte;
perdió el ser y fue su muerte
tal que cobró mayor ser.

Caminante, ¿dónde vas?
No estén de tu nombre ajenos:
si fue más para ser menos,
fue menos para ser más.

Hoy de fortuna el desdén
dio aquí una muerte inmortal
a quien el bien hizo mal
y a quien el mal hizo bien.