Para cuando vuelvas,
abriré las puertas,
florecerá cada rincón.
Para cuando vuelvas.
si es invierno,
calentaré tu cuerpo
aunque sea con brasas del  mismo infierno.
Para cuando vuelvas,
tocaré todas las campanas,
colgaré alegrías en cada ventana.
Para cuando vuelvas,
si es verano,
seré sombra, manantial, descanso.
Para cuando vuelvas bien mío,
si es que mirarte no puedo,
sabré que estás por el perfume
que nace de ti sólo para mí,
seré feliz al oírte,
y allá donde habitas en  mi última estancia,
habrá un cirio encendido,
vino y pan para alimentar el amor de mi alma.

Concepción de Quesada y Loynaz

Mañana igual a otras mañanas,
aburridas mañanas,
donde una sabia araña teje
iridiscente telaraña,
en la ventana.
Quieta permanezco hasta ser de piedra,
los ojos sólo tienen vida,
a mis oídos llega el canto del silencio.
No es posible estar  vivo
simulando estar muerto.
Contrapunte diario:
deseo, puedo, debo.
Cuanto, cuento, para tan poca abundancia.
Lo cierto la vida,
único reto confianza.

Concepción de Quesada y Loynaz

Atrapados en baile de máscaras,
unos más,
otros menos disfrazados.
Fatal trampa,
desamparados,
títeres somos que mueven otras manos.
Yo, yo también me disfrazo,
así no se reconoce,
lo verdadero, lo falso.
Entre tanto disfraz mal  hecho,
todos así  jugamos,
todos hasta el tuétano asqueados.

Concepción de Quesada y Loynaz

Si la hermana muerte llama.
diré presente, hágase,
le pediré sólo  me deje verte,
empapar  mis ojos con los tuyos,
antes de irme, antes que me vaya.

Concepción de Quesada y Loynaz

Qué hiciste de la lluvia,
las hojas,
el lucero?
Qué hiciste
con la humedad de mi cuerpo,
después del amor?
Qué hiciste
con todo lo que te di,
y no hay medida para medir?
Qué hiciste,
conmigo en fin?

Concepción de Quesada y Loynaz

Tengo un cofre casi lleno,
con caracoles, sueños.
Duendes infantiles,
pétalos sueltos.
Allí conviven,
en dulce secreto,
la bailarina frustrada,
el hogar risueño,
la hija deseada,
besos no recibidos,
deseos pequeños.
Desengaños necesarios,
incomprensiones del diario,
concesiones personales;
y pronto estarás tú
a quien casi no quiero,
envuelto en la espuma
de un mar violento.
Allí también está,
el adiós a mi padre,
sentimientos de culpa.
El beso al cristal,
que cubría a mi madre.
También pudiera estar,
un ala de mariposa,
busco con afán la otra,
para volar.

Concepción de Quesada y Loynaz

Yo sé, el momento exacto
en que besando mi boca,
no besas mis labios.
Yo sé, el momento exacto,
que en mi cuerpo
es otro el que estás amando.
Yo sé, el momento exacto
en que comienza el ritual de tu engaño.
Lo que ignoro es, cuando piensas terminarlo.

Concepción de Quesada y Loynaz

Imagínate por un momento,
milagrosamente sólo,
desnudo, despojado del orgullo, la  soberbia.
Con la sencillez de un  recién nacido.
Aspira el aire que te rodea,
la intimidad con lo eterno.
No te pierdas en el…todos.
Disfruta, mira tus manos,
calcula  milagros por hacer,
respira hondo.
Palpa, siente tus pies,
son tuyos, tú su dueño,
los mandas, hasta puedes correr.
Has nacido para eso, luchar, amar,
perder o vencer.

Concepción de Quesada y Loynaz

En ese diálogo imposible,
entre mar  y  muro,
la ola revoltosa  yo,
tú pétreo inconmovible
siempre mudo.

Veces hay en que mi espuma,
por capricho en tu superficie presa queda,
y hay algo de traviesa ironía,
en esa unión irrealizable,
de piedra y vida.

Concepción de Quesada y Loynaz

Cual trapecista al iniciar su rutina,
me lanzo al vacío, sin prisas casi  sin  miedo.
Atrás todo, hasta los sentimientos.
Conmigo una tristeza nueva
de nave al dejar seguro puerto.
Los recuerdos quieren atraparme.
Qué hacer con todo eso que tuve,
pero ya no tengo?
Pasado es sólo o  más que eso,
girones de piel ya sanas,
partos, hijos, esposos
buenos o infieles da igual para el caso.
En mi nave sola parto,
rumbo a lo desconocido.
Se rompo raíces, dejo viejos amigos.
Pero si  miro atrás  me atrapa
toda la sal contenida en mis pestañas.
Recordarlos con suave piel de durazno maduro,
y ese especial olor de estreno,
bebiendo vida de mis pechos.
De nada sirve recordar eso.
Ellos también partieron sin regreso.
Y yo puedo ya tan poco,
mi bendición enviarles,
con un beso, sólo eso.

Concepción de Quesada y Loynaz